La estructura molecular de la clorofila es exactamente igual a la hemoglobina sanguínea, con la diferencia que la clorofila tiene un ion central de magnesio en lugar de hierro.
Esta configuración confiere a la clorofila un efecto antianémico, por su capacidad de generar plasma sanguíneo con gran eficiencia. Aporta gran cantidad de oxígeno al medio celular, tiene efecto antiparasitario y elevado potencial depurativo (es la base de efectivas curas desintoxicantes). Permite depurar la sangre, eliminar toxinas del cuerpo, alcalinizar el organismo, controlar infecciones, crear un ambiente adverso para virus y parásitos, cicatrizar heridas, reducir la presión sanguínea, hacer más eficiente el ciclo de la insulina, mejorar la actividad tiroidea, modular mejor el colesterol, mejorar estados degenerativos como las esclerosis y sobre todo reducir la ansiedad y la crisis de abstinencia cuando dejamos de consumir alimentos adictivos.
¿Cuándo se descubrió su magnífico poder?
El potencial de la clorofila saltó a la luz en la década del 60, mientras se estudiaban fuentes alimentarias para la cría animal, definiéndose al pasto de trigo (wheat grass) como el alimento más rico, enzimático y concentrado de la naturaleza. Luego comenzó a ser utilizada por terapeutas naturistas como la Dra. Wigmore o el Dr. Moerman para curar enfermedades como el cáncer.
¿Dónde se encuentra la clorofila?
Pese a todos sus atributos, la hierba de germinados nunca pudo ser comercializada e industrializada, ya que estos méritos solo se observan en la hoja fresca del brote o en el jugo, dentro de la hora de extracción. Por eso la necesidad de cultivarla en casa, y cortarla fresca, a medida que se la consume. Tampoco puede ingerirse en dosis elevadas, dado su densa concentración nutricional.
¿Quieres probarlo?
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Dra. Viviana Visús y Lic. Lucía Caminestky