Hola, hoy me presento como Docente, Lic. en Nutrición y Ex paciente crónica.
LA ENFERMEDAD COMO CAMINO DEL DESPERTAR
En mi casa la comida fue siempre un tema: repleto de productos light, permanentemente a dieta, nunca sintiéndonos bien del todo. Estudié nutrición muy ilusionada por conocer las propiedades nutricionales de los alimentos y comprender cómo podrían ayudarnos a tener mejor salud. Sin embargo, sentí una enorme decepción al estudiar la carrera, ya que terminó siendo una alocada cuenta de calorías y un proceso mecánico de indicar productos del supermercado.
Para la época en la que me recibí, mi salud ya estaba muy deteriorada: tenía una enorme cantidad de diagnósticos de enfermedades supuestamente crónicas y síntomas que limitaban muchísimo mi calidad de vida. Decidí no comenzar a trabajar inmediatamente en el área de nutrición ya que lo que había aprendido en la facultad no me hacía ningún sentido y tampoco me servía para sentirme mejor.

Mis diagnósticos en ese momento eran: Síndrome de intestino irritable, hipotiroidismo (Hashimoto), amenorrea primaria, nódulos mamarios y en cuerdas vocales, miopía, candidiasis crónica, síndrome de Sjogren (piel, boca y ojos secos), fatiga crónica (cansancio desmedido), depresión leve, síntomas como caída del pelo, retención de líquidos, inflamación generalizada…
Caí en la cuenta de que en una semana visité 7 médicos especialistas en 10 días: clínico, endocrinólogo, ginecóloga, oftalmólogo, estomatólogo, dermatóloga, gastroenterólogo. Y estudios médicos que cada uno de ellos me pedía. Una especie de city tour por consultorios médicos.
Esa semana empecé a tomar consciencia de que estaba tomando todo tipo de medicamentos: T4, pastillas anticonceptivas, aminoácidos, saliva artificial, antiácidos, laxantes, óvulos, colirio para los ojos, crema de manos y hasta antidepresivos… Mi vida se reducía a encontrar formas para sentirme mejor, y no estaba teniendo éxito en la tarea.
Al otro día me levanté pensando que tenía que comprar un pastillero para ordenar todos los medicamentos que estaba tomando y no olvidarme de ninguno. Ese fue el momento en el que dije “pará Lucía, esto no es normal, tenés 32 años”. Tomé real conciencia de que algo no estaba funcionando.
Inmediatamente después, en mi cabeza empezaron a aparecer unas cuantas preguntas: ¿voy a tener que tomar estas pastillas para toda la vida? ¿Llegará algún momento en que recuperaré mi salud de antes? ¿Es posible “curarse” de estas enfermedades o estoy condenada a convivir con ellas toda la vida?

Entonces comencé a investigar si había otros caminos, otros médicos, otras corrientes de pensamiento. Encontré lo que hoy se conoce como “mirada holística, integrativa”. Esta corriente habla de entender a la persona como un todo integrado, dejar de mirarla por partes, para poder relacionar los desequilibrios unos con otros.
Desde esta perspectiva, estos autores también hablaban sobre la posibilidad de autorreparación del cuerpo, del restablecimiento de la salud mediante el cambio de hábitos, reducción del estrés, alimentación, y uso de medicinas naturales para ayudar a limpiar los órganos de la toxicidad acumulada.
En este punto nos conocimos con Vivi. Teníamos las mismas preguntas, y estábamos en búsqueda de respuestas: ella como médica, yo como paciente.
Empecé de a poquito a probar el cambio alimentario, las plantas medicinales depurativas, agua de mar, limpiezas colónicas, etc. Estos cambios hicieron efectos concretos muy rápidamente, yo me sentía cada día mejor, y solo habían pasado 2 semanas. Entonces empecé a confiar cada vez más en el camino que había elegido.

Fue un proceso de reencuentro conmigo misma, de autoconocimiento, de mucha prueba y error. El desafío más grande era lidiar con el mundo que no entendía mis cambios, a veces hasta me cuestionaban y me advertían desde el amor, sobre los posibles peligros de esta nueva alimentación o de las herramientas depurativas que estaba probando. Por eso fue muy importante la red. Estar acompañada por Vivi me daba seguridad y fuerza para seguir.
La desmedicalización se fue dando de a poco y gracias al acompañamiento médico de Vivi (Dra. Viviana Visús). Al año y medio aprox, estaba sin ningún medicamento alopático. Menstrué por primera vez de manera natural a los 34 años con ciclos regulares desde ese entonces. Por supuesto, sacar los medicamentos fue consecuencia del restablecimiento del orden interno. ¡Gran trabajo en equipo, amiga!

Dejar de tener que gastar toda mi energía en los problemas de salud y la supervivencia, y sentir finalmente mi cuerpo en silencio y armonía, es lo que me permitió cuestionarme cosas más profundas: ¿estos son los vínculos que elijo? ¿Este es el lugar donde quiero vivir? ¿Este es el trabajo que quiero hacer? Estas preguntas permitieron continuar un camino de cambios más profundos y de conexión más honesta con mi Ser.
Después de unos meses de calma, sentí la necesidad de cumplir la promesa que había hecho: “si lograba sanarme de todas las enfermedades y desmedicalizarme por completo iba a asumir mi rol como nutricionista acompañando a otras personas en el proceso de cambio”.

Luego de esta experiencia juntas, con Vivi comenzamos a ofrecer charlas como colegas, compartiendo esta y otras experiencias de sanación que comenzaron a multiplicarse en nuestros consultorios.
Creamos VIVIR TU LUZ para poder hacer red, para potenciarnos entre todos, cuestionar las creencias y hábitos aprendidos y ofrecer un espacio expansivo de consciencia sobre salud y enfermedad.
con amor,
Lucy