El ranking que sigue a continuación está elaborado en base a nuestra experiencia personal en sendos consultorios, con mujeres de toda la Argentina:

- falta de energía, cansancio fatiga crónica
- Inflamación y distensión abdominal (panza hinchada)
- meteorismo (gases)
- constipación
- dolores y menstruaciones abundantes
- acidez y reflujo
- ansiedad
- problemas de sueño
- hemorroides
- dolores de cabeza

Los que le siguen en frecuencia: picazón vaginal/anal, angustia, falta de hambre real, caída del cabello, candidiasis, ausencia de libido sexual, y la lista sigue…
💭 “Bueno, pero no es taaaan grave, tampoco me estoy muriendo”
💭 “Los estudios de laboratorio me dan bien”
💭 “Me dijo el médico que no tengo nada”
💭 “Me dio estas pastillas para ver si calma”
ALGUNAS PREGUNTAS QUE NOS AYUDAN A SEGUIR REFLEXIONANDO: ¿Somos así? ¿Estamos condenadxs a vivir en este disconfort? ¿Las heredamos? ¿Las pastillas alivian el síntoma o lo cronifican?
Experiencia personal Lucy como paciente
En uno de los últimos city tour por consultorios médicos que hice allá por el 2017/18, me cayó la ficha no sólo de que yo misma había normalizado muchas de estas situaciones durante años, sino que además, no me había sentido escuchada por los diferentes especialistas a los que acudía en busca de ayuda. Ningún profesional de la salud se lo notaba dispuesto a ver el panorama completo de síntomas, muchísimo menos podían vincular una cosa con la otra. En estas consultas médicas solía recibir medicaciones muy específicas que aliviaban los síntomas al principio (anticonceptivas, saliva artificial, antiácidos, pastis de carbón, antidepresivos, t4, óvulos ginecológicos, aminoácidos, antiespasmódicos, etc), pero después la cosa seguía igual o peor … yo intentaba confiar y darle tiempo al asunto, pero pasaban los años y nada mejoraba realmente. Y así, pasaba el tiempo, y los síntomas eran como parte de mí.
Experiencia personal Vivi como médica
En el consultorio observo que estos síntomas tan normalizados por la sociedad pueden extenderse durante años. Hasta que finalmente se desencadena la “enfermedad”, cualquiera sea la predisposición (cardiovasculares, diabetes, enfermedad autoinmune, tumores…) y pueda ser vista en imágenes o estudios de laboratorio. Generalmente junto con ese diagnóstico aparece la preocupación y se activa alguna señal de alarma que hace que nos ocupemos “del tema”. Pero eso no tiene por qué suceder si escucháramos más a nuestro cuerpo y confiáramos en nuestra intuición. Si pudiéramos desnaturalizar esos síntomas, seguramente podríamos usarlos a nuestro favor: como la bocina que nos avisa sobre la presencia de algún desequilibrio.
Te invitamos a observarte con atención

¿Qué síntomas estás naturalizando? ¿Reconocés alguna argumento para justificar la persistencia de esa incomodidad? ¿Activaste alguna acción concreta para trabajar sobre ese síntoma? ¿Es la medicación la única estrategia que estás tomando?
Autoobservarnos y revisar los paradigmas de salud y enfermedad que nos rigen (sin que nos demos cuenta), es clave para poder salir de esos lugares incómodos (pero a los que nos hemos acostumbrado).
Con amor, Vivi y Lucy